La política como devoción
- Sergio Moya Cruz
- 6 oct 2016
- 5 Min. de lectura

Los últimos 4 años, aproximadamente, en la vida política de nuestro país han supuesto un vuelco en la concepción tradicional que teníamos de la representación pública en nuestra sociedad. Ya sea por la corrupción que carcome nuestras instituciones, porque los partidos tradicionales no han sabido dar solución a los problemas de la gente durante la crisis económica, o motivado simplemente porque la sociedad ha creído en diferentes y nuevas opciones políticas, han empezado a arraigar en el subconsciente de los ciudadanos conceptos que hace unos años le eran ajenos.
A mi juicio, y defendiendo esta tesis que considero no debe de ser ni de izquierdas ni de derechas,soy muy crítico con uno de esos planteamientos: el de que los políticos no deben de cobrar por el trabajo que realizan. En este caso, aplicado al nivel local.
Aunque muchas de estas tesis vengan desde la izquierda (partidos locales agrupaciones electorales transversales), en mi opinión no deja de ser una vuelta al pasado, un pasado lejano, donde a la política solo se dedicaban los ociosos (rentistas, ricos de familia...) que ya tenían su vida asegurada por otros medios ajenos a recibir un sueldo por su servicio público. Este malestar que viene del 15-M e incluso de más atrás, con lemas como NO NOS REPRESENTAN o QUE SE VAYAN, no hacen sino recoger el malestar de los ciudadanos ante sus representantes políticos durante los años pasados.
Bajo la máxima de “para lo que hacen, que no cobren”, se han introducido conceptos como el de CASTA que pretende englobar dentro de la misma tanto a aquellos políticos que han robado a manos llenas en las últimas décadas, como aquellos que desempeñan fielmente su trabajo sin mácula en su labor publica.
Está calando en la sociedad, a mi parecer, un muy pernicioso razonamiento mediante el cual la política debe de ser una labor altruista, donde en base a asambleas populares o cargos políticos que compaginen su trabajo con la representación política, concejales y alcaldes deben de ser cargos no remunerados y dedicar a tiempo parcial su trabajo en lo público.
Tras la Ley de Reforma Local (Ley 27/2013, de 27 de diciembre, de racionalización y sostenibilidad de la Administración Local) se establecieron una serie de baremos en los que se incluía el sueldo máximo que debía cobrar un alcalde, y cuantos cargos electos podrían tener dedicación exclusiva en cada corporación municipal.
A Algete le corresponderían 10 cargos electos con dedicación exclusiva (Fuente, Cadena Ser)
La Ley, por lo tanto, ya limita por arriba el sueldo máximo y el personal con dedicación exclusiva al que le pueda corresponder un sueldo por el trabajo realizado, dejando por lo tanto al ROM (Régimen de Ordenamiento Local, propio de cada ayuntamiento), la posibilidad de reducir tanto sueldos como dedicaciones exclusivas. Atrás quedan aquellos tiempos en los que cada alcalde se subía el sueldo cuando le daba la gana, en connivencia con los partidos que estaban en la oposición.
Sin entrar en lo que cobran los concejales con dedicación exclusiva en Algete (todos ellos por debajo del máximo establecido por ley de acuerdo a los habitantes), el post que hoy me compete se circunscribir a la disyuntiva de si la oposición política en nuestro municipio debe o no tener, en parte, dedicación exclusiva por el trabajo que realiza.
Como ciudadano me veo en la necesidad de que, ante cualquier problema que tenga, pueda dirigirme a mi representante público, al que he votado de acuerdo a mis preferencias políticas, para demandarle mis necesidades respecto a mi vida cotidiana en la ciudad: roturas de infraestructuras, necesidad de nuevos planes de formación, sugerencias en cuanto a festejos... Y cuando hago eso no debería de esperar a que saliera de su trabajo pues le he votado para que me represente, y que su trabajo sea el que es, el de concejal.
No quiero entrar aquí a valorar cuál debería de ser el sueldo de un concejal en Algete. No creo que eso me deba competer y siempre habría que estudiar la situación de las cuentas públicas en nuestro municipio, cuya discusión daría para ríos y ríos de tinta. Pero si quiero dejar claro que la política,como vocación que es, supone aunque muchos no lo crean sacrificios a nivel tanto profesional como personal. En el primero de ellos, ser concejal durante 4 años es frenar la proyección profesional de una persona, o incluso en algunos casos dejar de percibir un sueldo más alto en el sector privado, tener que pedir una excedencia en su puesto de trabajo... Y a nivel personal, desarrollar esa labor casi durante 24h al día, pues cualquier vecino (y más en Algete, que todos nos conocemos) puede preguntarte por la calle por tal o cual demanda, aunque te encuentres en el parque con los niños...
Ser político (digo “político” en el buen sentido de la palabra, como servidor del sector público, sin peyorativos agravantes relacionados con la corrupción) es una vocación, y no una obligación. Ver los toros desde la barrera, criticando a todo el que tiene el valor de presentarse a un cargo público (sobre todo, a día de hoy, gracias a las RRSS) es una actitud bastante cómoda, pues pocos saben que detrás de una moción, de una visita a un técnico municipal, al mercadillo o a una obra pública, hay sacrificios personales y profesionales de toda índole.
Lo que yo no le puedo pedir a un concejal que no tiene una actividad en exclusiva es que me resuelva los problemas cuando bastante tiene con su trabajo, su familia y su ocio personal. Que no se me malinterprete: un concejal sin dedicación exclusiva puede ser tan capaz o más que uno que solo se dedica a la actividad política. Pero eso es otro tema: inútiles y holgazanes los hay en todos los partidos, en todos los trabajos, y en todos los ámbitos de la sociedad. Y en esto de la política es muy fácil hacer ver a los ciudadanos que uno no trabaja o que es un incapacitado para desarrollar sus labores. Además, siempre cada cuatro años se le puede “despedir” no dándole su voto.
Por ello, y desde esta tribuna, defiendo que al menos el portavoz municipal de cada partido político en la oposición tenga una dedicación exclusiva a su tarea como concejal en el ayuntamiento (6 en el equipo de gobierno, incluido el alcalde + 4 portavoces de los grupos políticos en la oposición). No me gusta que el cobrar o no cobrar un sueldo sea un arma política que unos partidos puedan esgrimir contra otros. Incluso, en algunos casos, su única ideología o manera de presentarse a los ciudadanos. Eso es, en mi opinión, faltar al respecto al que desarrolla su actividad y, por ello, pide un sueldo por hacerlo. No es mejor político el que no cobra sino el que mejor hace su trabajo.
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