STOP SUBVENCIONES
- Chema López Sánchez
- 23 oct 2018
- 2 Min. de lectura
¿Por qué matan toros para divertirse?

Dirán que es un arte, pero la tortura también fue así considerada; no hay más que visitar algunos museos y ver cómo el ingenio humano fue, y todavía es, capaz de diseñar los más sutiles métodos y las más bárbaras máquinas para hacer del sufrimiento ajeno un oficio de alta cualificación y especialización.
Dirán que es una tradición, como lo fue la esclavitud; ambas tradiciones milenarias. ¿Quién no se avergüenza hoy del pasado esclavista? Porque, desgraciadamente, no fue mal de una sociedad, nación o civilización sino de toda la humanidad.
Dirán que es una actividad económica, crea puestos de trabajo y aporta no sé cuántas milésimas al PIB. Y yo les respondo, ¿cuánta tauromaquia habría sin los dineros públicos? Poca o ninguna. Se trata de una actividad económica sustentada artificialmente con el dinero público, que bien podría dedicarse a otras cosas. No es demagogia, es la realidad. Eliminemos los dineros públicos de la tauromaquia y morirá de muerte dulce.
Dirán que es parte de nuestra identidad nacional, convertida por la derecha en marca comercial, lo mismo que la hidalguía, ¿quién se acuerda hoy de ella?
Dentro de un tiempo, veremos la tauromaquia en los museos, acopiando polvo junto con los potros de tortura. Miraremos atrás y nos avergonzaremos del sufrimiento infligido a otros seres vivos para disfrute y regocijo de unos cuantos, como los que a golpe de látigo hacían próspera la agricultura sumando enteros, no milésimas, de PIB a la economía.
Y que no te engañe la derecha: el mayor acto de afirmación de la identidad nacional y de amor a la patria es pagar los impuestos, no sacar un trozo de tela por la ventana o pasearlo por la calle unas cuantas veces al año, ni erizarse con los acordes del himno nacional.
No vamos a prohibir los toros, no, porque ello requiere una ley que excede del ámbito municipal, pero sí habría que aplicar el sentido común: Ni un euro de dinero público a festejos en los que se maltrate animales. Ni un euro para tauromaquia. En consecuencia, la plaza de toros pasará a ser un espacio público sin ninguna preferencia de uso. Además, y en consonancia con otras actividades, implantar restricciones a los menores de edad. Resulta que no pueden ir a ver una película en la que aparecen desnudos, lo más natural de este mundo, pero sí como desangran y descabezan a un ser vivo. Las contradicciones de la retrogradía patria. Y quedo a la espera del tirón de orejas de la RAE.
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